Litografia
La obra fusiona lo cotidiano con lo fantástico, creando un diálogo entre la realidad y lo mágico. El flamenco, símbolo de elegancia y delicadeza, rompe la rutina del lugar y añade un elemento surrealista que obliga al espectador a replantearse la relación entre lo humano y lo animal.
Esta escena no solo juega con la sorpresa visual, sino que también sugiere una reflexión sobre la convivencia, lo inesperado y la posibilidad de encontrar belleza y poesía en los espacios más comunes. La elección del flamenco puede representar la idea de un visitante ajeno al mundo humano, pero que, de alguna manera, pertenece plenamente a él en esta atmósfera onírica.