La serie de litografías titulada «Niñas Medusa» representa un interesante diálogo entre la inocencia y lo onírico. Basadas en fotos antiguas de niñas vestidas con trajes de comunión, estas obras resignifican su imagen al integrarlas en un entorno marino lleno de misterio y simbolismo.
En las obras, el realismo mágico surge al combinar lo humano con lo natural, transformando a las niñas en seres híbridos, habitantes de un mundo paralelo donde conviven con criaturas del océano. Esta serie no solo evoca nostalgia por las tradiciones del pasado, sino también plantea preguntas sobre la relación simbiótica entre la humanidad y su entorno natural.
Transformar estas niñas de comunión en representaciones de medusas, como en la serie «Niñas Medusa», resignifica profundamente su simbolismo, conectando los elementos espirituales y ceremoniales del rito cristiano con el misterio, la fluidez y la transformación inherentes al mundo marino.
Las medusas, con sus formas etéreas y movimientos gráciles, evocan la idea de trascendencia y espiritualidad. En este contexto, las niñas no solo simbolizan pureza e inocencia, sino también una conexión más amplia con lo infinito y lo cambiante.
La transformación de las niñas en medusas propone una nueva lectura del rito cristiano, desvinculándolo de su contexto tradicional para convertirlo en un símbolo universal de metamorfosis y pertenencia a algo más grande. Estas obras invitan al espectador a reflexionar sobre cómo los ritos humanos, aunque profundamente culturales, pueden integrarse en una narrativa que trasciende lo antropocéntrico, uniendo lo espiritual con lo natural en un acto de resignificación poética.
